El Centro de la Imagen

La institución que ocupa los espacios de la parte del edificio tabacalero colonial restaurado por I. Broid para exhibir, preservar y estudiar la fotografía en primera instancia.

De todos los lugares que vengo recorriendo, mención aparte hay para algunos que no son museos. Al hablar de la Plaza de la Ciudadela, en esta entrada, debo decir que en vez de sueños, en veces lo que encontré fue la presencia de múltiples fantasmas de varias épocas, no tan amigables como uno quisiera.

Citando su historia, remontamos hasta la época cuando gobernaba Carlos III. Los planes revisados por las Reales Academias retrasaron un proyecto de negocio, en el cual el combustible era el procesamiento del tabaco. De eso vivía la Monarquía en un momento dado junto con el impuesto de las garitas del pulque.

Poco duró el esplendor virreinal de un edificio cuyos espacios se encuentran documentados porque durante la Independencia se volvió cuartel y fue ahí donde se enjuició a José María Morelos antes de su fusilamiento. Por esta razón, 100 años después, Madero se esmera en rendirle una Plaza entera con jardín, fuentes, hadas y la estatua del héroe nacional que desde su pedestal vela por la Patria.

Las fuerzas armadas encontraron buena la acogida del edificio que se fue diversificando con talleres y almacenes de cartuchos. Los muertos de la “Decena Trágica” explican mis pesadillas a ese respecto, pues existen un registro amplio de los horrores cometidos en el estira y afloje que culminó con la intervención de Wilson y la traición de Huerta.

Otra historia comienza cuando Vasconcelos se fija en el edificio, lo habita y hasta su muerte, cultiva su Biblioteca México. Para celebrar al mítico inventor de la SEP y amante de ya saben quién, desde la época de Zedillo lleva su nombre.

La otra parte del edificio está marcada por las Escuelas del INBA que discurren entre la profesionalización de las técnicas artesanales, la artesanía comercial y el diseño. No citemos aquí la leyenda acerca de cómo, el altercado que comenzó en la Ciudadela culminó con los eventos del 2 de Octubre de 1968.

En los años 80´s la disputa entre gremios y ciencias se vuelve irreconciliable y los bandos se deslindan a un edificio hecho más a modo. Dejan como legado la validez del Mercado de las Artesanías como una entidad desvinculada.

Uno se harta de que se obstruya el paso con el comercio informal, pero aguas porque es gente brava que lo mismo pueden ser los auténticos libreros que los comerciantes informales de cualquier otra mercancía; quienes por el momento, por cierto, se encuentran desplazados a causa de la renovación de las aceras y lo que va en las entrañas de la tierra en Balderas.

¿Qué más pasó allá en esa estación donde convergen la línea rosa y la verde bandera?

¿Pero que hay del Centro de la Imagen? Luego de los milagrosos ductos del metro y la redistribución de la parte del inmueble asignada a la burocracia, hasta la Secretaría de Gobernación tuvo que mover sus oficinas junto con quienes administraban el programa legendario de braceros, entre otras oficinas del Estado, cuando acaece el temblor de 1985.

Durante algunos años se trata de digerir el mal trago. En la rehabilitación del conjunto completo debe citarse el trabajo de Zabludovsky que arrojó una investigación de tono histórico y hasta arqueológico, pero en el lado que sigue a Balderas, se opta por la intervención de Issac Broid en mas de una ocasión.

No han pasado tantos años desde la inauguración del CI como barco insignia del resguardo y proyección de las imágenes, aunque no siempre se hable de la fotografía como se entendía hasta finales del SXX. Con las raíces de este organismo se nutre a la “Luna Córnea”, se organizan las bienales, el Foto septiembre y son inolvidables sus cursos, diplomados y talleres.

Numerosas ocasiones salíamos de casa solamente para conocer las convocatorias para el Estímulo de los Artistas que se ponían en un tablero de caucho. Otras tantas hemos tenido la oportunidad de recorrer sus galerías como consta, con propuestas impecables que catapultan la visión de los más geniales autores de las artes visuales.

Con decir que aparte de ser grato salir del caos vehicular para meterse en su estacionamiento exclusivo, en otras visitas nos atendieron con amabilidad cuando pretendimos encontrar trabajo, o concertar entrevistas, o la colaboración en proyectos conectados con la fotografía.

Aveces nos acercamos a su acervo y hubo en algún momento una librería especializada con puros libros de fotografías y una Sala del Cielo. Una de las aspiraciones para cualquier fotógrafo es recrearse imaginando cómo se verían sus fotos en las históricas paredes cuya pulcritud cuenta los rumores de la historia.

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