Museo del Ejército y la Fuerza Aérea

Metido en una capilla construida para atender a los pobres por los hermanos Betlemitas, hay un despliegue de armas, municiones y banderas que sintetizan la épica bélica de México.

Resulta emocionante evocar los barrios de la capital de la Nueva España. En 1530 no hacía 10 años de Tenochtitlan y ya se planeaba la erección de edificios a gran escala; algunos de los cuales siguen en pié. Vamos dando pasos para descifrar que hay en cada inmueble hasta llegar a Filomeno Mata.

Hay un bullicio permanente entre la gente que sale del metro y se va filtrando entre los comercios, los coches y decenas de muchachos que quieren venderte unos lentes… ¡aguas!

Nosotros vamos hasta la Plaza de la Triple Alianza, evento que saldó un pacto de armas entre los Aztecas y sus aliados datado en 1427; se recuerda con esculturas de bronce hechas por Fructuoso Contreras  en 1866 aludiendo a los emperadores: Izcoatl, Nezahualcoyotl y Totoquihuatzin.

En el mismo cuadro: el Palacio de Minería y el MUNAL; animados con la antesala, adelantamos para ver qué hay adentro del recinto, al que se ingresa de ladito y cuya historia nos invita a reconocer al primer Santo de América: Pedro de San José Betancur.

Fue en 1991 cuando la propiedad que fuera el Colegio Militar de Guadalupe Victoria, se retomó para instalar el Museo del Ejército. El cometido se asiste mediante el uso de sus salas de conferencias, auditorio, biblioteca, tienda y propiamente el espacio interior de la bóveda Colonial.

Aunque no se trata de una marcha forzada por el recuento lineal de los eventos que dieron origen y defensa al concepto de México como una sola cosa, para no perderse, uno puede ir asociando la narrativa con las armas que ejemplifican el armamento al paso de 200 años.

El ambiente de la atmósfera entre sables y armas de fuego se aliviana con la presencia de una arquitectura sacra destinada para que Dios la habitara. En lugar de Arte Sacro y oraciones, nos vemos sumidos con la narrativa sobre la violencia que derivó del impacto entre el ejército y las huestes extranjeras.

Así mismo es de interés el brinco que da la industria pasando a partir de la Revolución y los pininos de nuestros aviadores defendiendo nuestros intereses internacionales. Ahora, es evidente que el museo podría ser tan grande como lo que representa el desfile por decir poco, sin embargo es placentero reconocer lo bello en la síntesis de aquello sobrevivió a la sangre derramada.

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